“Todo el que no tiene va en Rapimoto” así lo dice
la agrupación Choquibtown en una de sus canciones, una agrupación propia de un
pueblo lleno de riquezas pero también de una politiquería corrupta y llena de
intereses personales, cualquier parecido del Chocó con el resto del país es
pura coincidencia (si como no, que va, bobada es que es). Decidí iniciar por
ahí, con esta agrupación, pues de una forma muy sonora ellos cuentan las
historias buenas y malas de su tierra y de nuestro país, que como cosa rara,
nuestro pueblo siempre le saca gusto a las desgracias propias y de una forma u
otra terminamos riéndonos de lo que nos pasa (por algo a pesar de estar
llevados del hijuemadre somos uno de los países con la población más alegre del
mundo); claro, la clase corrupta, los nuevos y viejos ricos de “bien” “la gente
bonita” “yupi” “snob” nos apreta las bolas y nosotros los estratos bajos
cagados de la risa (¿notaron que use entre comillas?). En fin, ellos en una de
sus tonadas mencionan la palabra “Rapimoto” y dicen que quien no tiene vehículo
propio o poder económico es el que anda en el. “Rapimoto” fue la primera
denotación con la que se conoció el “MOTOTAXISMO” y yo por primera vez en este
articulo me pronuncio acerca del tema, que en las últimas semanas ha tenido un
boom noticioso y social. Cabe anotar que lo que diga en este articulo son apreciaciones
personales y en nombre propio, basadas en mi experiencia personal y no vinculan
ningún grupo, empresa o agremiación en especifico con dichas ideas, es mejor
aclarar para después no quedar como el villano del cuento.
En inicios del año 2010, se me acercó alguien,
solicitándome le ayudara con el tema, o por lo menos que le ayudara a entender
el por qué de este fenómeno; cortésmente le dije que con gusto se lo ayudaba a entender desde lo
poco que sabía, pues no podía intervenir en un tema el que carecía un poco de
conocimiento de causa, ya que en el área metropolitana no se veía este
fenómeno, además de que el tema como amigos tenía igual número de enemigos, no
siendo un experto en el mismo había de ser consientes que él mismo había tomado
un curso donde algunos individuos tenían intereses económicos personales en el
tema, que lamentablemente Colombia es un país minero, donde todo se arreglaba
con plomo o plata (el que lo entendió, lo entendió, sino vean los reinados y los
concursos de TV, gana el que uno menos cree), en fin, después de servirnos un
café, nos sentamos a discutir largo y tendido del tema y las conclusiones son
las mismas que a continuación les narraré:
Lo primero es entender qué es realmente el
Mototaxismo, algunos lo definen como un problema social que se origina en la
estructuración del transporte público y el modelo económico del país, la
verdad, yo diría que en principio no lo considero un problema, sino una
revelación a las falencias administrativas de los municipios y del país, es una
temática que nace de la necesidad de las personas para transportarse, no solo
mas económico y rápido, sino también debido a la topografía de nuestras vías y
municipios, también tiene que ver mucho el desempleo del país y los costos
iniciales para generar una fuente de empleo con el mismo, sumándole a eso la
ausencia o mala prestación de su principal opositor: el transporte público
(bus, colectivo y taxi). Otros van más allá y hablan de contaminación
ambiental, aludiendo que las motos generarían mayor contaminación, razón de la
que yo difiero un poco, teniendo en cuenta que un vehículo con posibilidad de
llevar cuatro pasajeros, en muchos de los casos solo lleva uno, y teniendo en
cuenta que un vehículo de cuatro ruedas contamina 25 veces más que una moto,
haciendo la relación serian 100 veces más que una motocicleta, además
tendríamos que hablar del costo beneficio: carrera mínima en taxi: $4.200 vs
carrera mínima en mototaxi: $1.200 y en algunos casos hasta $1.000, sin hablar
de la agilidad del servicio.
¿Pero entonces por qué el mototaxismo proliferó en
nuestro país? Es ahí donde entonces debemos hablar del principio fundamental
del fenómeno: el transporte público. El modelo Colombiano de prestación del
servicio de transporte público no es el mejor del mundo, está basado en los
buses, busetas, colectivos y taxis, que no solo son de baja calidad en la
prestación de su servicio y el tipo de vehículos que utilizan para el mismo,
sino también toca hablar de las altas tarifas para la clase baja-media,
mencionando también que algunos lugares carecen de su presencia, o si la hay es
muy poca, yo recuerdo años atrás cuando me tocaba esperar un bus por lo menos
una hora, y cuando aparecía me tocaba pagar por irme colgado en las barras de
la puerta del mismo, porque en Colombia a quien carajos no le ha tocado
montarse así en un bus, o ir apretadísimo adentro pegado del tubito del medio y
apretando cola porque ya ve la hora de bajarse pero uno no sabe ni como llegar
hasta la puerta. En cuanto a los buses se refiere, también debemos hablar de
los torpedos o expresos de la muerte, o por lo menos en mi ciudad uno puede ver
con facilidad los buses que bajan de los barrios altos de las montañas con un
olor particular y con humo saliendo de sus llantas cual carrera de cuarto de
milla, y no es precisamente por lujo, sino por la velocidad a la que bajan, en
muchos casos por la guerra del centavo, que no es más que una carrera contra
los demás compañeros buseros por quien coge más pasajeros en el camino, el
principal pecado del transporte público en Colombia es que pertenezca a la
empresa privada, en vez de ser del estado. Como dije anteriormente, algunos
lugares carecen de este servicio, pero también cabe anotar aquellos lugares por
donde su topografía o estructura no cabe un vehículo de estos, ni siquiera un
colectivo o taxi, ejemplo claro está en la Pintada, donde las calles no tienen
más de dos metros de amplitud, a duras penas puede pasar una moto. También hay
que tocar el tema de los conductores de este tipo de servicio, como vulgarmente
se dice; “algunos aprenden a manejar estos aparatos en los parqueaderos donde
los lavan” y es la verdad, creo que la legislación debería ser más exigente
para otorgar una licencia a alguien que tendrá la responsabilidad de llevar a
36 pasajeros sentados, 25 de pie, 1 concubina en la silla de adelante, 1
ayudante, 10 colgados de las puertas y por lo menos dos ciclistas; patinadores
o patinetos aferrados al bomper trasero, aunque no niego que se debe ser muy
hábil para lidiar con la congestión vehicular, los otros conductores, recibir
el dinero del pasaje, gritarle a la abuelita que se pegue del tubito del medio,
esquivar el perro, el peatón imprudente, prestarle atención al confitero,
echarle el perro a la vieja de adelante, fumarse un cigarrillo, poner la
emisora con el reggaetón y saludar a los compañeros de los otros buses. Pero
hablemos de cifras, en diez años las tarifas de los pasajes han subido un 82% y
un 200% por encima de la inflación, lo que ha logrado que el volumen de
pasajeros de buses baje un 21% y un 12% en busetas.
Ahora vamos viendo poco a poco porque la gente se
ha volcado más a la motocicleta que al servicio público! Hay algo que es cierto
y que no podemos negar y es que la población necesita de un transporte público
masivo…pero con calidad o mejor dicho; de calidad, pero que este sea una
elección que las personas podamos tomar libremente y no una imposición dada por
la cantidad exagerada y desmedida de restricciones impuestas con el fin de
lucrar a unos pocos empresarios de “bien-gente bonita-de clase” poseedoras del
capital y la materia prima dentro de nuestro modelo económico neoliberalista.
La verdad a mí si me gustaría un día dejar mi moto o carro en casa y subirme a
un transporte público que no me genere
un infarto fulminante al corazón, o en el que no me hagan un paseo millonario,
o en el que no me pongan un pipi en el hombro, o en el que no le tenga que oler
la rata muerta bajo el brazo a nadie, o en el que la música sea decente, en el
que todos vayan sentados, que pare en donde debe estar el paradero seguro para
todos y en horarios de conocimiento claro, en el que no deba saltar en el
tercer carril y jugar a la ranita como en el atari que tuve de joven, ahhh
(suspiro) tan bonitos los cuentos de hadas cierto? Pero la verdad del asunto es
que lo haría por elección propia y no por imposición, no dejaría de rodar en mi
motocicleta que para este país en mi concepto, es el mejor vehículo para
transportarme.
Pero bueno, como todo en este país cogió ventaja y
la única forma que encontraron para atajar a los locos es decir NO, entonces el
presidente Uribe expidió el decreto 2961 de 2006 prohibiendo el mototaxismo. El
mototaxismo no es de ahora, es muy viejo en nuestro país, recuerdo cuando
saltaba de los puentes amarrado a una cuerda en santa fe de Antioquia hace unos
10-12 años y había mototaxis, en ellos nos movíamos calle arriba y calle abajo,
es un fenómeno que por más trabas que les pongan no desaparecerá, solo lo
apaciguarán un poco. Por lo anterior los mototaxistas, en su mayoría gente de
bien buscando una nueva salida al SI PROBLEMA DE DESEMPLEO del país empezaron a
movilizarse políticamente, buscando la legalización de su industria,
encontrando todas las trabas posibles, enemigos y lo peor de todo “políticos”
que más que servidores públicos parecen es devoradores públicos, porque en su
gran mayoría son falsos profetas que quieren aprovechar la situación, que Dios
nos libre de la laguna del Congreso y sus habitantes. Dentro de estas trabas
encuentra uno cosas como trabajos buenos frenados por la empresa privada y sus
amigos congresistas, me explico; hace un tiempo Fenalco Antioquia de la mano de
unos amigos del SENA y otros actores más como la empresa privada, sacaron las
competencias laborales para los empleados en moto, pero se está preguntando
para qué sirve esto o qué es esto, una certificación de competencias es en
pocas palabras un estándar que debe tener una persona en actitud y aptitud,
para desarrollar un oficio, en este caso es diseñar un programa para capacitar
a las personas que desarrollan una función determinada, buscando que el
ejercicio de la misma se preste no solo con mejor calidad para quien recibe el
servicio, sino también mejorando la calidad de vida de quien lo presta y la empresa
para la cual trabaja, en otras palabras imagínese un
mensajero-repartidor-domiciliario que ya no tenga que salir eyectado por las
vías para llevar cinco pizzas en menos de media hora porque si no se la cobran
a él, por lo que se busca un compromiso entre la empresa, el empleado y el usuario, además de capacitar
bien a el empleado y al empleador para que hagan mejor su servicio, sobre todo
protegiendo la vida de las personas. A esta bonita tarea la tienen frenada,
porque no quieren abrir una brecha para que se legalice el mototaxismo, aunque
una cosa no tiene que ver con la otra. Es increíble, si son ilegales, malo, y
si quieren legalizarse, malo también.
Este fenómeno apareció en las tierras donde más
calor hace, pero contrario a lo que muchos piensan también lo encontramos en
ciudades frías como Pasto, con el tiempo ha crecido de tal manera que ya
podríamos decir que en casi cualquier departamento del país lo podemos
encontrar, en el afán del pueblo por una solución al transporte y al desempleo, aunque también
se debe ver la otra cara. El mototaxismo también ha tenido sus fallas, como la
ilegalidad e informalidad de la prestación del servicio, la poca seguridad en
la prestación del mismo, la incierta aptitud de quienes prestan el servicio, la
falta de una identificación de los mismos (como cuando uno se para en una
calle esquina de Rioacha, toda moto que
le pasa al lado le pita), otro asunto es que también lo volvieron negocio de
algunos privados, que compraron muchos vehículos y los pusieron a liquidar en
las calles, en fin, el tema es de bastante fondo y con mucho por cortar, pero
ejemplos de la otra cara de la moneda encontramos muchos también, uno de ellos
fue la epidemia de piojos en dos municipios a las afueras de Barranquilla,
aludido a los cascos de los mototaxistas.
El debate apenas comienza, y mientras nuestros
inteligentísimos congresistas debaten que hacer y buscan la solución, el
mototaxismo sigue dejándole $1.200 millones diarios y 400.000 empleos a
Colombia (dato del periódico el Universal) pero yo me pregunto, uno como podrá
hablar de un tema que desconoce por experiencia personal, mejor dicho, como voy
yo a entender a un mototaxista desde mi vehículo blindado? Como dicen mis
profesores de la universidad, para entender y aprender, hay que hacer la tarea.
¿Y A TODAS
ESTAS YO QUE PIENSO?
Bueno (suspiro) voy a ser directo, la verdad es
que pienso firmemente que en Colombia si puede haber mototaxizmo, pero no de la
manera como lo hay hoy en día, a qué me refiero, sencillamente es que a nosotros
lo que nos mata es la colombianada, (como lo de benta de volis, comidas lentas
y demás)que no es más que la tergiversación de la llamada malicia indígena. En
otras palabras creo que las cosas pueden hacerse pero de la forma correcta y
que no agreda los intereses y aún menos la seguridad de las personas, creo en
un mototaxismo: legal, ordenado, agremiado, seguro, con personal idóneo y
competente para tal función, al igual que los vehículos. El ejercicio de esta
función hoy en día carece de muchos de estos aspectos, en principio es la
informalidad del asunto, la falta de seguridad tanto de los vehículos como las
personas que desarrollan la labor, hasta el tema de la higiene se debe mirar,
con el uso de los cascos por ejemplo, aunque no debemos dejar a un lado que
esta labor ha generado una alternativa potencial de empleo y movilidad que
ningún otro vehículo podría hacerlo.
Si el mototaxismo se organizara y estas personas
tuvieran la oportunidad de demostrar que pueden capacitarse y prestar un
servicio de alta calidad, otro sería el cantar. Por lo anterior estoy seguro
firmemente que los amigos mototaxistas deben tener el derecho a organizarse,
legalizarse, capacitarse y mejorar la calidad de su servicio.
Prueba de que esta realidad que hoy toca las
puertas de nuestra cotidianidad puede hacerse de una forma adecuada y segura
para todos está en Europa, donde hay varias empresas que prestan el servicio
con altos estándares de calidad y seguridad y que además hasta reciben premios
por parte de las administraciones publicas como lo es el ejemplo de MOTO-CITY,
a quien le otorgaron el premio Madrid co²mpensa, entregado por la señora Ana
Botella, teniente de alcalde y delegada del área de medio ambiente, premio
otorgado el 18 de enero de 2011 por la contribución a la reducción de emisiones
de co², sí señores, es una empresa de mototaxis.
Esta es la diferencia entre un mototaxi en Colombia y uno en
Europa, de igual forma les dejo los links para que se ilustren en el tema y
vean que sí se puede, pero hay que mejorar. Animo amigos mototaxistas, ustedes
pueden hacerlo…y muy bien, pues recuerden que somos Colombianos!